Turismo experiencial en Nahuelbuta: Un tour de prueba basado en la asociatividad y conservación

La cordillera de Nahuelbuta se ha caracterizado por sus miradores y el parque nacional como los principales destino turístico en la provincia de Arauco, pero este cordón montañoso es más grande y sus atributos más amplios. Los valles que se nutren de sus aguas son una rica fuente de cultura mapuche y campesina, de historia viva relevada por sus propios habitantes, de la biodiversidad de sus cumbres y su defensa.

Mediante el trabajo realizado por la Universidad de Concepción y Fundación Nahuelbuta en el Bien Público de Corfo «Diseño Participativo de Zonas de Amortiguación de Áreas de Alto Valor para la Conservación de Caramávida e Isla Mocha: Bases para el Desarrollo de Corredores Turismo Experiencial de Naturaleza y Cultura», el cual comenzó en 2016 y que está dando sus últimos pasos este semestre, podemos conocer las ofertas turísticas de los valles más importantes para el resguardo de los patrimonios naturales y culturales de la cordillera por el Biobío.

De esta manera, como una de las actividades culmines del proyecto, se realizó un tour de familiarización en el Valle de Caramávida y Elicura, en donde las y los emprendedores turísticos pusieron a prueba los circuitos elaborados por ellos mismos, encadenando las actividades de sus vecinos de forma colaborativa y procurando realizar actividades basadas en el respeto a la naturaleza y la oferta de sus estilos de vida a quienes les visitaron para evaluarles y disfrutar de su experiencia.

Así el día viernes 17 de mayo, una comitiva de diez personas llegó temprano a conocer la Laguna de Antihuala, comuna de los Álamos y lugar de paso para entrar al Valle de Caramávida. Fueron recibidos por el historiados local y miembro de la agrupación por su defensa, Humberto Mendoza, junto a socióloga  y también partícipe del grupo ecologista, Viviana Mora, quienes les hablaron sobre el proceso de recuperación del cuerpo acuoso teniendo como contraparte a Forestal Arauco, de cómo lograron remplazar las especies del monocultivo que le rodeaba por plantas nativas. También de la historia de sus tierras: su relación con el toki Caupolicán y de lo que sucedió con Pedro de Valdivia, todo ensalsado con el buen sabor de los productos locales, una hermosa panorámica desde el refugio construido en la laguna y una caminata de reconocimiento.

Luego, directo a Caramávida, donde disfrutaron de un almuerzo campesino en el hogar de Sandra García y Ociel Carrillo, miembros de la Cooperativa de Ecoturismo de Caramávida, junto a la cooperación de otra asociadas. Más tarde Ociel hizo de guía: hablando de los últimos 100 años del valle, del madereo y las poderosas familias que lo habitaron; de lo ríos y la intervención del hombre sobre su lecho; presentando las centenarias casonas que adornan su calle principal, recorriendo los lugares que comúnmente los lugareños utilizan para su esparcimiento, los lugares para refrescarse en el río grande de Caramávida y el Salto Huentelí.

Más tarde, los visitantes fueron conducidos un poco más adentro en el valle a San Román para compartir con otras miembros de la cooperativa para compartir con ellas y degustar sus productos: ricas tortillas, sopaipillas y papas fritas caseras con pebre y mermeladas de frutos de la huerta.

Al caer la noche cambiaron de valle, una travesía de una hora hasta Contulmo para que en el Valle de Elicura ser recibidos con una exquisita cena en Ruka Tehualda, de María Maribur, más tarde, diversos brebajes y conversación sobre la cultura mapuche, entre otras temáticas, sentados alrededor del fogón durante largas horas.

El despertar en las cabañas de Manuel Maribur, de Mapuche Trekan, los condujo nuevamente a desayunar a la ruka. Y con la energía repuesta se encaminaron a la parte alta de Elicura, directo a Pichiwenocuye.

En la cordillera conocieron de la mano de Marta Araneda y su familia el proceso completo de la recolección y manufactura de la avellana, sobre las condiciones idóneas para el mantenimiento de los árboles y su forma para adquirir sus frutos, de cómo se procesaba en la antigüedad y cómo hasta hoy mantienen ciertas fases de los métodos tradicionales para obtener sus productos para después probarlos en distintas preparaciones: la avellana tostada, la harina y sus posibles preparaciones y el café.

Después conocieron la experiencia de la Cooperativa de restauradoras de Nahuellbuta, un grupo de mujeres y sus familias que, impulsadas por Forestal Volterra y luego de forma autónoma, comenzaron a recuperar las semillas de las plantas nativas de su entorno, germinarlas y plantarlas en las áreas de las empresas forestales destinadas a la recuperación del bosque nativo para lograr su certificación. Ellas, en voz de su representante, Ivonne Carrillo, contaron como presionan para destinar sus plantas a las nacientes de aguas y sus bordes para enfrentar la escases que se sufre en la cordillera; también hablaron de cómo generaron el conocimiento en cuanto a las mismas especies en base al ensayo y error. Además dieron una clase básica de como plantar una planta nativa.

De almuerzo disfrutaron de la cocina cordillerana, carne de cerdo ahumada, avellanas y jugos de murta, acompañado de una muestra de productos locales de las vecinas del lugar y su correspondiente conversación.

Finalmente, y una vez más junto a Marta, se adentraron en el bosque nativo de las cercanías para reconocer distintos tipos de hongos, divisando distintos tipos de changles, loyos, amanitas, ajos, entre muchos otros que abundaban en esta cuna de biodiversidad.

Así finalizaba un tour en el cual se destacó el rol de la mujer, sus relatos, culinaria, la huerta y prácticas de recolección. Donde se vislumbró la vigencia y atractivo de los territorios visitados a través de la historia que sus propios protagonistas contaban; y donde se puso en práctica la asociatividad como pilar del ejercicio del turismo como un negocio para el bienestar de todos y para la conservación del patrimonio natural y cultural de estos lugares.

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