Tour en Isla Mocha prueba servicios turísticos en cuanto a conservación de la naturaleza y asociatividad

Los días 22, 23 y 24 de mayo se llevó a cabo el Tour de Familiarización en Isla Mocha como actividad cúlmine del proyecto «Conservación y turismo en Caramávida e Isla Mocha» impulsado por la Universidad de Concepción y Fundación Nahuelbuta con el apoyo de Corfo. La actividad pretendió evaluar el trabajo del equipo con las y los emprendedores locales y lograr encadenarlos con actores estratégicos para el desarrollo de la actividad turística.

El viaje comenzó el miércoles temprano desde Concepción para luego en Tirúa abordar la avioneta hacia la isla. El arribo terminó a las 16 horas dar paso rápidamente a un almuerzo en la hostería de la Señora Marina, en el sector norte, quien esperaba con una contundente carne de vacuno a la olla y algunas delicias marinas.

En función del tiempo y casi sin descanso, el grupo subió a los carretones de Joana Varela para recorrer el sector hasta Punta Arveja. Así pasaron por el muelle, la central eléctrica de la isla, sus playas y el sector El Tunel,  lugares donde pudieron practicar la fotografía nocturna y conversar sobre las historia que les ensalzan.

De vuelta en el hostal cenaron y prepararon el día siguiente.

Temprano, al terminar el desayuno, con carga ligera las y los afuerinos cruzaron de este a oeste a través del Parque Nacional Isla Mocha acompañados por Jaime Herrera, uno de los dos funcionarios que Conaf tiene para las 2.367 hectáreas que conserva, un 45% de la isla. Ahí pudieron disfrutar de «sus grandes bosques de olivillos, arrayanes y de ecosistemas aquí presentes que destacan en gran belleza escénica, siendo diferentes a los bosques que la circundan», como lo describió Benjamín Encinas, uno de los invitados que es emprendedor en ecoturismo fotográfico cofundador de Travelling.com y quien se dedicó a retratar los principales atractivos del tour.

Del otro lado, avanzando más hacia el sur, se detuvieron en el camping Amuchura, de Paulo Hahn, quien les esperaba con brebajes de las frutas de sus cultivos, destacando el jugo de papaya, frambuesa y en especial el de tumbo, fruto tropical de altura del género Passiflora, muy parecido a la maracuyá, con el cual también dio a degustar  una versión de tumbo sour que cautivó a los viajeros quienes también pudieron recorrer sus predios que colindan con el Parque.

Para el almuerzo fueron recibidos en el hostal Punta Sur, en donde volvieron a disfrutar de ricos productos marinos, destacando el loco extraído de esa costa. Anselmo Astete, quien lleva este emprendimiento junto a su esposa Lily, después les dio un recorrido por los principales islotes del sector sur: el Islote del Trabajo, donde al terminar el verano una buena parte de la población se asienta para recolectar la luga, y la Doca, lugar privilegiado para el avistamiento de aves migratorias. El siguiente destino fue visitar el Faro Viejo, vestigio arquitectónico de la colonización de la isla a comienzos del siglo XX.

Rápidamente volvieron a cenar a eso de las 19 horas para volver a la playa con marea baja y así encender las emanaciones de gas que se encuentran en el mar.

Al día siguiente, el retorno.

“El potencial que tiene Isla Mocha para desarrollar turismo es importante, los atractivos naturales y paisajísticos, entre su bosque y sus playas, le entregan un valor importante en términos turísticos. Sin embargo, existen distintas brechas que los isleños han tenido que sobrepasar y que aún existen, por lo que hay que buscar instancias para seguir acortándolas, como lo son la logística de transporte ya que necesitan romper con la estacionalidad y aislamiento que producen los meses de invierno tanto para la entrada y salida de visitantes como para el abastecimiento”, fue una de las conclusiones que sacó Alvaro Gallegos, de la dinamizadora de proyectos Arauko Indómito.

En tanto para el poeta Nicolás Barría, la Isla «es un lugar que transmite mucha calma a través de su música, sonidos, los seres que sobreviven dentro del proceso de depravación y deterioro que los humanos hemos realizado dentro de los territorios».

En general las sensaciones que quedaron luego del tour fueron positivas. Como lo relató Nicolas: «la manera en cómo se encadenaron la actividades y cómo trabajó el equipo demuestra un grado de compromiso muy alto de cuál es el fondo de la conservación y el turismo, uniéndose en una experiencia de colaboración que permite experimentar este viaje en un proceso que constantemente se convertían en preguntas».

Pese a esto los invitados coincidieron en los mismos ejes al pensar en las limitaciones de la isla: la conectividad, que «los conflictos socio ambientales del territorio continental tributan a cómo influyen los flujos de turistas a la isla», como explicó Gallegos, en referencia a los reiterativos comentarios de los isleños por la baja en sus ventas este verano por los cortes de caminos de comienzos de 2019.

En cuanto a la asociación de las distintas ofertas dentro del programa ofrecido, las impresiones fueron más duras.

“La gente ha tenido que perder la resistencia a la actividad turística por lo que ciertas personas han demostrado con resultados cómo este tipo de economía puede generar un cambio en las personas, […] en la actualidad no tienen una organización clara en cómo llevar el turismo, la capacidad de carga o algún objetivo en común […]no se siente un encadenamiento voluntario de las iniciativas turísticas», declaró Álvaro.

En contraste a lo que pretendió el proyecto «se observa una fragmentación y competitividad, siendo que si estuvieran unidos podrían lograr un efecto en la gente que llega a la isla que sería engrandecedor. El modelo metodológico que se implementó podría transmitirse de una forma más impactante de formas más lúdicas», concluyó Barrías.

Pese a estos análisis se presentaron nuevas oportunidades que ayudarían a reforzar estas falencias.

Ana Díaz, administradora del tour operador Chile con Mochila, visita Isla Mocha desde 2012 entre los meses de octubre a diciembre  con 5 viajes como mínimo, y gracias a esta instancia «mis viajes a la isla van a cambiar completamente», como ella misma dijo.

«Necesitábamos conocer nuevos prestadores turísticos. Vimos la isla con otra perspectiva, saliendo de nuestra zona de confort para no solo evaluar sus servicios sino su calidad humana y el esfuerzo detrás de cada negocio», de esta manera  «ya concretamos contactos con el sur  que permite que haya mayor diversificación de los servicios, que haya una conexión desde distintas perspectivas, lo que para mis clientes será muy entretenidos con los cambios de escenarios que ofrece la isla», relató Ana logrando ser un nuevo eje encadenador.

Para Benjamin esta visita también prendió nuevas inquietudes. Según contó «generando fotografía que represente las riquezas de la isla puede sucitar venir a conocer este lugar, destacando la reserva nacional así como también los otros atractivos naturales para que puedan ser opción de visita para público nacional desde 2 a 4 días […] Isla Mocha se convierte en un territorio con potencial para mostrar una cultura diferente y una riqueza ecosistémica privilegiada y exclusiva, lo que me da la oportunidad para hacer una expedición fotográfica, tanto por el apoyo de la comunidad local y temáticas fotográficas a enseñar».

Finalmente, , el balance del viaje se convirtió en un desafío: lograr que la conservación de los patrimonios naturales y culturales vayan de la mano de la asociatividad de quienes podrían desarrollarse juntos  para de esta forma enfrentar la adversidad y seguir disfrutando de este maravilloso destino.

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